sábado, 19 de junio de 2010

LA ALFOMBRA VOLADORA

Una vez, apareció por el cielo una alfombra voladora. Y se paró a descansar sobre la copa de un árbol.

La alfombras voladoras viajan por el aire, como los aviones y los pájaros. Son muy antiguas y es muy raro poder encontrar todavía alguna por el mundo.

Las alfombras voladoras parecen iguales a todas las alfombras. Solamente si se las mira con cuidado, por el revés, se puede ver que llevan una palabra mágica bordada en una esquina.

La alfombra voladora, que se había tendido para descansar sobre la copa de un árbol, era de color verde tenía bordada la palabra "Faralá".

Faralá había sido, hace muchísimos años, la alfombra mágica del un Rey que cuando quería viajar no tenía más que decir:

- ¡Faralá, a Pekín!

- ¡Faralá, a Bombay!

- ¡Faralá, a Estambul!

Y la alfombra salía disparada, volando por los aires, llevando al Rey de un lado para otro.

Un buen día aquel Rey se fue a la guerra y no volvió nunca más. Y Faralá se quedó olvidada, encerrada en un armario.

Pasó mucho tiempo, hasta que una vez, haciendo limpieza en el palacio, encontraron a Faralá y, sin saber que era una alfombra voladora, la dejaron en un patio para sacudirla y quitarle bien el polvo.

Entonces Faralá, que lo había pasado muy mal tanto tiempo encerrada y sin moverse, echó a volar sin esperar a que nadie se lo mandara.

Desde entonces Faralá viaja sola por el mundo, de día o de noche según le guste, y se para a descansar cuando quiere.

Faralá es amiga: de los pájaros que vuelan con ella, de los gatos que le dicen adiós desde los tejados, de los niños que por la noche la esperan.

Faralá ha dado la vuelta a la tierra muchas veces. Y ha visto cosas que nadie más ha visto.

Faralá volando, volando... si quiere, puede visitar a los conejos rosa. Los conejos rosas viven en una casita escondida en el bosque. Y se pasan el día haciendo merengues de fresa.

Por eso, si se les da un beso sabe dulce y un poquito pegajoso.

Faralá volando, volando... puede llegar hasta la cueva del dragón amarillo.

El dragón amarillo guarda una capa, que si te la pones te vuelves invisible y ya nadie puede verte.

Faralá sabe dónde están la fuente que habla, la gruta encantada, el árbol que ríe y que llora, la lámpara mágica. A Faralá hay otra cosa que le gusta tanto como volar. ¿Sabéis qué?

Pues visitar a los niños por la noche, cuando todos duermen, y llevarlos con ella a que vean lo que más les gusta ver.

La alfombra verde puede llevar a cada niño al sitio a donde quiera ir.

Y aunque sea un sitio muy raro. Y esté muy lejos, muy lejos...

¡No importa!

Si alguna noche Faralá entra volando por la ventana, y se acerca a vuestra cama, no tenéis más que decirle:

¡Faralá, Faralá, Faralá llévame a... !

Y la alfombra mágica os llevará a volar con ella por el aire. Y a que veáis lo que más os guste ver.

4 comentarios:

Luna 3ºA. dijo...

Hola D.Juán José me ha gustado mucho la alfombra voladora es interesante bueno adios.

Marìa Josè dijo...

Hola mestro este cuento esta muy chulo de verdad esta chulo pero muy que muy chula en verdad lo ultimo a sido lo que màs me a gustado xao.

Paola 3ºA dijo...

He leido la alfombra voladora y me ha gustado mucho la foto de la alfombra.Adios.

D.Manuel dijo...

Ojalá Faralá nos lleve a un mundo de hombres-niños y mujeres sin miedo. Visitar un mundo de amistad y de esperanza, de libertad y simpatía.Un "paradise" real y sin artificios. Con pompas de jabón y nubes de algodón dulce.Ríos de chocolate y montañas heladas de tutti-frutti. Donde nuestros niños y niñas aprendan que vivir es bello y que al final del arco iris está un tesoro sin oro, pero lleno de Paz.